La cólera de Aquiles
La Ilíada relata
la cólera de Aquiles y los sucesos de unos pocos días del décimo año de guerra
de Troya que libraron griegos y troyanos. He aquí un resumen del contenido.
Tras
una invocación, la Musa narra (canto I) que, conforme al plan de Zeus,
Agamenón, jefe de los aqueos (llamados también argivos o dánaos, pero nunca
griegos), desoyó la petición de Crises, sacerdote de Apolo, que le suplicó que
le devolviera a su hija Criseida, otorgada a Agamenón como parte del botín obtenido al capturar una fortaleza aliada de Ilio.
Crises clamó venganza a Apolo, y éste envió una peste contra los aqueos.
Agamenón se vio obligado a devolver a Criseida para librar a la hueste de la
plaga, pero exigió a Aquiles la esclava Briseida, que había sido su botín. Se
produjo entonces una agria disputa entre los dos. Aquiles estuvo a punto de
sacar la espada y matar a Agamenón. Pero obligado a entregársela, lleno de
cólera por la deshonra, decidió no luchar más. Tetis, madre de Aquiles, suplicó
a Zeus que vengara a su hijo y causara la perdición de los aqueos hasta que
dieran satisfacción a Aquiles. Zeus accedió.
(II) Movido por un sueño engañoso enviado por
Zeus, Agamenón convocó al día siguiente una asamblea para probar a las huestes
y propuso huir. La propuesta fue rechazada, y los aqueos se desplegaron para el
combate. Sigue un largo catálogo de las naves aqueas y de las tropas troyanas.
(III) Desde la muralla de Troya, Helena a petición de Príamo identifica a los
jefes dánaos. Luego comenzó la lucha, que se detuvo en virtud de una tregua
para resolver la disputa mediante el duelo entre Menelao y Paris. Este fue
salvado por Afrodita cuando estaba a punto de perecer. (IV) Aún durante la
tregua, el troyano Pándaro disparó una flecha a Menelao. Ante la traición, los
aqueos decidieron reemprender la batalla. Agamenón pasó revista a las tropas y
la lucha general comenzó. A continuación (V-VI), se narran diversas hazañas de
Diomedes y cómo hirió a los dioses Afrodita y Ares, cómo se enfrentó con
Glauco, y cómo Héctor, hijo de Príamo y jefe de los troyanos, se despidió de
Andrómaca y (VII) se enfrentó en duelo personal con Ayax.
(VIII) Al día siguiente del duelo indeciso entre
Héctor y Ayax, los troyanos obtuvieron victorias parciales y acamparon cerca
del campamento de los aqueos. (IX) Reunidos por la noche, los jefes aqueos
acordaron enviar una embajada a Aquiles para pedirle que regresara a la lucha,
pero éste rehusó. (X) Durante la noche, Ulises y Diomedes hicieron una salida
del campamento, mataron a Dolón, un espía enviado por Héctor, y a Reso, rey
recién llegado para ayudar a los troyanos.
(XI) Al día siguiente, éstos hirieron a muchos
jefes aqueos, (XII) penetraron en el recinto amurallado que protegía los barcos
y, (XIII-XIV) a pesar de las hazañas de Idomeneo y de la ayuda del dios Posidón
en el tiempo en que Zeus sucumbió a la seducción de Hera, (XV) llevaron el
combate hasta las naves de los aqueos. (XVI-XVII) Patroclo, viendo que la
situación era desesperada, pidió a Aquiles permiso para ayudar a los aqueos.
Una vez obtenido, salió a luchar con las armas de Aquiles y mató a Sarpedón,
pero murió a manos de Héctor. Esto causó la aflicción de su amigo, que, tras
grandes llantos, decidió regresar al combate para vengar a Patroclo. (XVIII)
Entonces Tetis pidió a Hefesto que fabricara armas nuevas para su hijo. Algunas
son descritas con detalle.
(XIX-XXI) Al día siguiente, tras reconciliarse con
Agamenón y recuperar a Briseida, Aquiles hizo muchas proezas. Despojó a muchos
troyanos, luchó con Eneas y con el río Escamandro y mató a Licaón, hijo de
Príamo. Unos dioses descendieron a combatir en favor de los troyanos y otros en
favor de los aqueos. (XXII) Aquiles mató a Héctor en duelo personal.
(XXIII) Durante los días siguientes, Aquiles
estuvo a punto de ultrajar el cadáver de Héctor, pero Apolo lo impidió. A
continuación Aquiles celebró las exequias de Patroclo y unos juegos deportivos
en su honor. (XXIV) Príamo, guiado por Hermes, llegó a ocultas a la tienda de
Aquiles, logró convencerlo para que aceptara el rescate por el cuerpo de Héctor
y regresó a Ilio, donde se celebraron sus funerales.
Concentración
en el tema principal
El poema no explica dónde está la ciudadela de Ilio ni qué territorios
controla, pero se colige que está en una llanura cercana al estrecho de los
Dardanelos. La obra da por conocidos el tema y los héroes y dioses que
intervienen. No se narran los prolegómenos de la guerra, ni se explica que las
causas fueron, según un poema posterior titulado Cipria del que solo conservamos el argumento, el deseo de Zeus de
aliviar la tierra del peso de hombres y el juicio de Paris sobre la belleza de
las diosas Afrodita, Hera y Atenea. La Ilíada
menciona pocos episodios de la saga troyana ajenos al motivo principal. Al
menos algunas omisiones son deliberadas. La ira de Atenea y Hera contra Troya
aparece como algo ominoso y sin explicación. Homero conoció la causa del odio
(cf. XXIV 28‑30), pero no lo explica. Este odio procedía de que ambas habían
sido postergadas por Paris frente a Afrodita en el juicio acerca de la belleza
de las diosas cuando Discordia lanzó una manzana con la inscripción 'para la
más bella' en las bodas de Tetis y Peleo.
La muerte de Aquiles y la toma de Troya con la
estratagema del caballo de madera lleno de héroes aqueos no son narradas en la Ilíada, aunque son anunciadas varias
veces.
No hay alusión a varios mitos sobre Aquiles: ni a su nacimiento e
invulnerabilidad ni a su educación por el centauro Quirón. Homero conoció el
tema de la juventud de Aquiles en Esciros y de sus amores con Deidamía, de los
que nació Neoptólemo, pues en XIX 326 s. Aquiles habla de su hijo Neoptólemo en
Esciros. Tampoco hay alusión a la amazona Pentesilea, a la que mató Aquiles. La
Iliada no menciona que Paris lo mató
con una flecha que le clavó en el talón, al acudir Aquiles a una entrevista
concertada con Políxena, hija de Príamo. Tampoco hay
referencia a que la diosa Tetis trasladó el cadáver de Aquiles a la isla
Blanca. Estos temas alcanzaron gran difusión
en las obras literarias y en las representaciones iconográficas posteriores.
Tampoco la Odisea menciona
contenidos que estén en la Ilíada con
la única excepción de Odisea XXIV
73-84.
La concentración de la Ilíada en lo esencial es ajena al realismo. No hay indicaciones
acerca de la estación del año. Las alusiones a la topografía y al escenario
geográfico son vívidas y concretas, pero confusas (cf. Ilíada XXII 145). En la Odisea
hay indicaciones que hacen pensar que es otoño con luna nueva. Los duelos entre
guerreros son estilizados: toda herida o mutilación termina con la muerte.
Mientras se relata un encuentro entre dos guerreros, el resto del campo de
batalla parece desvanecerse, y sólo cobra vida el movimiento colectivo de las
tropas cuando una serie de duelos termina. Excepto en los discursos, no hay
muertes accidentales ni traiciones ni armas mágicas, sino sólo duelos
singulares que hacen abstracción del entorno y terminan con la exhuberante vitalidad
de algún héroe[i].
Con esta estilización ajena al realismo contrastan los símiles, que incorporan
el mundo real.
Lo
sobrenatural y lo maravilloso
Homero restringe en
su relato lo sobrenatural, lo mágico y lo maravilloso estrictamente a los dioses. En los poemas del Ciclo épico
algunos hombres se convertían en dioses. Pero en la Iliada no hay guerreros invulnerables ni invisibles, ni armas
mágicas. No se menciona el Paladio, la imagen de Atenea que era necesario
retirar de Troya para tomar la ciudadela, ni el arco de Heracles que Filoctetes
debía llevar a Troya como condición para que fuera conquistada. La armadura que
Hefesto fabrica para Aquiles a petición de su madre Tetis no es invulnerable.
No hay referencia a la invulnerabilidad de Aquiles y de hecho es herido en
21.166 s. Los monstruos son sólo mencionados
en diálogos entre personajes, no en el relato del poeta. En otras tradiciones
épicas la magia y lo sobrenatural juegan un papel importante. En la Odisea lo maravilloso sólo aparece en el
relato de Ulises, no en la narración del aedo[ii].
La cólera
de Aquiles como símbolo de la guerra de Troya
La cólera de Aquiles que narra la Ilíada es símbolo de la guerra de Troya,
y la Ilíada es el poema sobre Ilio.
Algunos episodios del comienzo de la Iliada
se corresponden mejor, como hemos visto, con la llegada de la expedición aquea.
Lo que se presenta como el comienzo de un día de batalla del décimo año de
lucha cuadra mejor con la primera batalla de la guerra: el catálogo de las
naves aqueas incluye a Filoctetes, abandonado en Lemnos, y a Protesilao, muerto
al desembarcar y cuya ausencia lloran sus súbditos; Helena presenta a Príamo a
los jefes griegos y se admira de no ver a Cástor y a Pólux; y se hace un
acuerdo para dilucidar la guerra mediante el duelo de Paris y Menelao. A la
concisa exposición del tema central siguen amplias escenas de combate por
Troya, lo que hace que en muchos pasajes el tema de la cólera esté fuera de la
atención y que lo central sea la guerra entre troyanos y aqueos.
La Ilíada
abarca también el fin de la guerra. Ya desde el comienzo Agamenón, Héctor y
Diomedes anuncian con sombría certeza la toma de Troya, pero las afirmaciones
sobre su inminente conquista se hacen más frecuentes a medida que avanza el
poema. La identificación de Héctor con su ciudad y su posterior muerte a manos
de Aquiles contribuyen también a la impresión de que la ruina del reino de
Troya está consumada.
Reflejos
de la prehistoria de la tradición oral épica en la Ilíada
Durante la Antigüedad el contenido de la Iliada se consideró histórico, no una
ficción poética. La guerra de Troya era datada al final del periodo que en la
actualidad se denomina Micénico o Edad del Bronce Reciente, entre
aproximadamente 1570 y 1200 antes de nuestra era, en la época de la civilización
micénica, antes del comienzo de la Edad del Hierro.
Desde fines de la Antigüedad hasta mediados del
siglo XIX se creyó que la guerra de Troya era ficción. Pero las excavaciones de
H. Schliemann en la colina de Hisarlik y en Micenas entre 1870 y 1890 revelaron
que hay un núcleo histórico, como en otras tradiciones épicas[iii]. En la
colina situada en la costa anatolia frente a la isla de Ténedos, cerca del
estrecho llamado Helesponto en la Antigüedad y Dardanelos en la actualidad,
Schliemann descubrió los restos de una serie superpuesta de núcleos urbanos y
fortalezas, la más reciente de las cuales era la Ilio de época helenística y
romana. Schliemann identificó este asentamiento como la Troya homérica. La
ubicación se corresponde con la información de la Ilíada, aunque la bahía en la costa de enfrente parece haberse
colmatado y el mar ha retrocedido. Desde la colina hacia el Oeste se divisa en
primer término una llanura y detrás la playa y la isla de Ténedos; hacia el
Noroeste se divisa la embocadura del paso de los Dardanelos[iv]. Las
guías turísticas dicen que los días claros la llanura troyana se divisa desde
el pico más elevado de la isla de Samotracia, como se dice en Ilíada, XIII 10 ss. A unos setenta
kilómetros al Sureste está la cordillera del Ida. La mayoría de las
construcciones que se contemplan en la actualidad pertenecen a época
helenística o romana, pero los muros son muy anteriores a la época micénica.
Los hallazgos correspondientes al estrato VIIa de la fortaleza muestran
construcciones para almacenar provisiones, indicio de que se adoptaron medidas
de emergencia, y huellas de destrucción por obra del fuego. Los fragmentos de
cerámica micénica importada inducen a datar este estrato entre 1300‑1200. Esa
datación cuadra bien con el hecho de que en la Ilíada y en la Odisea el
hierro aparece como metal precioso para premios, pero raramente como material,
mientras que el bronce es el metal común para la manufactura de armas y
utensilios. Es decir, existe un núcleo histórico en la leyenda de la guerra de Troya
y en su destrucción por un invasor[v].
Los autores de la conquista debieron de ser
griegos micénicos. El control que ejercieron sobre la isla de Creta desde el
siglo XV a.C. induce a suponer que tuvieron capacidad para organizar una
expedición naval y dominar el mar Egeo. Por otro lado, en los documentos
hititas del siglo XIII hay menciones de dos estados, uno denominado Wilus(s)a en hitita y Wilusija en
luvita, y el otro Ahhijawa, nombres que
pueden identificarse con Ilio y con los aqueos, respectivamente. Se desconoce
la localización del primero, pero probablemente forma parte de una
confederación situada en el ángulo Noroccidental de la península de Anatolia.
Es posible que Taruisa en las mismas
fuentes hititas se refiera a Troya, aunque por el momento se desconoce si es
otro estado o más bien, como dan a entender los poemas homéricos, el nombre de
la región donde está la fortaleza de Ilio. Los segundos están asentados fuera
de Anatolia, aunque controlan la zona de Millawanda,
que con toda verosimilitud es lo que los griegos denominaban Mileto en época
clásica. Es posible que estas concordancias sean parte del núcleo histórico,
cuya deformación es normal en la épica. Así, en la Chanson de Roland hay un núcleo histórico, pero hasta la identidad
de los enemigos está confundida. Otra concordancia notable es que un rey de Wilusa nombrado en los documentos
hititas que se refieren a sucesos de comienzos del siglo XIII a. C. se llama Alaksandu, forma que parece
corresponderse con la griega Aléxandros,
nombre de Paris.
El propio H. Schliemann descubrió y excavó a
partir de 1874 el círculo de tumbas situado en el interior de la muralla de
Micenas, cerca de la puerta de los leones. En el interior de estas tumbas
Schliemann halló máscaras, copas, sellos y láminas de oro, puñales de bronce
con ornamentación embutida de oro, plata y niel, objetos de marfil, piezas de
ámbar, pinturas al fresco, cerámica pintada y multitud de utensilios y armas de
bronce. Estas piezas se datan desde 1570 hasta 1200 antes de nuestra era, pero
las máscaras de oro más notables son de hacia 1500. La expresión homérica Micenas, rica en oro (Ilíada XI 46),
sólo se comprende referida a la Micenas de la Edad del Bronce, pues nada
semejante han facilitado los hallazgos arqueológicos correspondientes a los
siglos posteriores a la caída de los reinos micénicos[vi].
La épica informa sobre la organización política y
social, la cultura material y la geografía de la época en que se sitúa la
acción. Podemos comparar estas informaciones con los restos arqueológicos y con
el contenido de las tablillas micénicas escritas en el silabario micénico o
lineal B, datadas aproximadamente desde 1375 hasta 1200 antes de nuestra era,
para determinar qué contenidos de la Ilíada
proceden de época micénica[vii].
Las instituciones y la organización social y
política de los poemas homéricos guardan un eco lejano de la situación de
Grecia durante la Edad del Bronce. La Ilíada
presenta una tupida red de poderosos estados relacionados a las órdenes del rey
de Mecenas. Frente a eso, en los primeros siglos de la Edad del Hierro sólo
debió de haber en Grecia minúsculos estados con débil capacidad de maniobra.
Las tablillas micénicas documentan términos que designan instituciones y cargos
que aparecen en Homero y no se documentan en fecha posterior.
Las reminiscencias más notables de la época
micénica en los poemas homéricos consisten en alusiones a objetos de la cultura
material. La copa de Néstor (cf. Ilíada
XI 632 ss.), decorada en los bordes con efigies de palomas que parecen beber
del contenido, se parece a un vaso hallado en el cuarto sepulcro de pozo de
Micenas. La espada tachonada con clavos de plata tiene paralelos con ejemplares
datados en el siglo XV. En general, la técnica de embutir metales en piezas y
utensilios de bronce está documentada sólo en época micénica. El escudo de
Ayante "como una torre" aparece en representaciones micénicas hasta
aproximadamente los siglos XIV‑XIII y es sobre todo conocido porque está
representado en puñales y otros utensilios y frescos como frisos decorativos.
El casco hecho con colmillos de jabalí, que Meríones presta a Ulises para su
salida nocturna (cf. Ilíada X 260
ss.), tiene semejanza con cascos hallados en estratos arqueológicos de época
micénica. El uso masivo del carro de guerra, aunque los héroes únicamente lo
emplean como medio de transporte hasta el campo de batalla y no como vehículo
de combate, refleja condiciones del II milenio. Las tablillas micénicas de
Cnoso registran muchos carros completos y piezas; pero esta táctica militar está
reflejada de modo desfigurado[viii].
La geografía del reino de Pilo, que las tablillas
micénicas permiten conocer con relativa precisión, tiene poca relación con la
descrita en Homero[ix].
El reino atribuido a Agamenón como rey de Micenas en el catálogo de las naves,
sin Argos ni la llanura argiva, adscritos al reino de Diomedes, cuadra mal con
la documentación arqueológica y con la situación geográfica de ambas
fortalezas. Pero en Micenas y en Pilo hay palacios micénicos que dominaban una
amplia zona. En todo caso, el catálogo de las naves no reproduce en su
integridad la geografía del siglo VIII a. C., porque varios contingentes
troyanos se sitúan en la costa meridional de los Dardanelos, donde en aquella
época había colonias griegas.
Los mitos heroicos
se originaron en la Edad del Bronce, pues los ciclos legendarios transcurren en
centros que fueron importantes en la Edad del Bronce, pero irrelevantes en
época clásica: Micenas, Tebas, Cnoso, Pilo, Yolco, Calidón y Tirinte[x].
La
tradición oral de la épica en la Grecia arcaica
Al leer la Ilíada
y la Odisea, destacan la repetición
de los mismos epítetos aplicados a los mismos sustantivos y la repetición de
partes de verso, de versos y de series de versos. Agamenón es "soberano de
hombres"; Aquiles "el de los pies ligeros"; Héctor "el de
tremolante penacho"; la espada "tachonada de argénteos clavos";
las naves "veloces". La respuesta a un discurso empieza a menudo:
"y respondiéndole le dijo estas aladas palabras". Estas expresiones
repetidas se denominan fórmulas y se definen como grupos de palabras que
expresan un significado y cuyo grado de expectación mutua es elevado[xi].
También en la
lengua coloquial y en otros poemas hay repeticiones, pero en la épica homérica
éstas son más frecuentes y, sobre todo, constituyen sistemas caracterizados por
la extensión y la economía. Es decir, cada fórmula es usada siempre que el
contexto lo permite; y no hay expresiones de significado equivalente que sean
usadas en una misma porción del verso. Por ejemplo, Zeus es designado en nominativo
'prudente Zeus' o 'Zeus, que amontona las nubes', según la porción del verso
que la fórmula completa[xii].
Las fórmulas tienen longitud variable, suelen
ocupar la misma porción de verso y se distribuyen de modo homogéneo en los
poemas, aunque algunas son específicas de un pasaje y otras están restringidas
a la Ilíada o a la Odisea. Hay fórmulas que no experimentan
variación, pero otras muestran flexión, separación, inversión o movilidad de
sus componentes, expansión con palabras adicionales y otras modificaciones[xiii].
También hay escenas, denominadas típicas, que
relatan, por ejemplo, una batalla o un duelo, una visita o una embajada, un
banquete o una ofrenda, la llegada a un puerto o un viaje por tierra en carro,
la reunión de la asamblea, el acto de armarse para la lucha, un juramento, un
discurso o un monólogo, y que se repiten varias veces. Cada manifestación de
una escena típica presenta rasgos peculiares con respecto al esquema ideal, que
la adaptan al contexto. Algunas escenas típicas sufren expansiones o
abreviaciones[xiv].
El contenido está organizado en estructuras que se
repiten a lo largo del poema. Las más notables son las siguientes: los relatos
de las hazañas de un héroe, como las de Diomedes en los cantos V y VI; los
catálogos, como el de naves aqueas y de aliados troyanos en la segunda mitad
del canto II; los símiles o comparaciones extensas con fenómenos de la
naturaleza o de la vida cotidiana; las digresiones, como el episodio de Dolón y
la muerte de Reso en el canto X; y los discursos, como el de Néstor sobre la
guerra de los pilios en el canto XI.
Entre las escenas típicas breves, los motivos y el
tema central de la Ilíada y de la Odisea no hay diferencias cualitativas.
De hecho, el tema central de la cólera de Aquiles es un motivo tradicional con
expansiones. Como de Aquiles, también de otros guerreros se cuenta que eligen
de modo consciente su forma de vida. La venganza que un héroe se cobra por la
muerte de un amigo, como Aquiles por la muerte de Patroclo, aparece a menudo en
las escenas de batalla. Por su parte, la Odisea
relata el regreso de uno de los héroes aqueos a su patria, como otro poema
del ciclo épico trataba sobre los Regresos.
Las digresiones muestran el mismo repertorio de
motivos tradicionales. Por ejemplo, la leyenda de Meleagro (Ilíada IX 529 ss.) narra una disputa del
héroe con sus amigos y su obcecación, que le lleva a abandonar la lucha en un
momento de peligro, como la Ilíada.
El honor y la gloria son móviles frecuentes de la acción de los héroes épicos.
Los héroes
en la Ilíada
La Ilíada
es un poema heroico; consiste en el relato de gestas bélicas con intervención
de héroes y dioses. Pero además presenta una peculiar concepción según la cual
los héroes son superiores por sus hazañas y sus cualidades oratorias y persiguen
a pesar de los riesgos ante todo su honor. Su conducta no es moralmente
superior a la de los demás hombres, pero entienden que su superioridad les da
derecho a hacer su voluntad. Los héroes tienen características humanas pero en
un nivel muy superior y con frecuencia exagerado. Sus cualidades son moralmente
ambiguas porque son excesivas. Esta superioridad se refleja en su ascendencia.
Muchos son descendientes o incluso hijos de Zeus; frente a ellos, los demás
humanos no son objeto del interés y constituyen un grupo anónimo excepto en los
momentos en que uno se destaca para un duelo personal. Esta concepción heroica
tiene un fondo histórico. En este mundo heroico las heroínas tienen un papel
limitado, porque no realizan hazañas de guerra y porque desempeñan una función
dependiente del héroe masculino.
El héroe homérico destaca sobre todo por su
capacidad para afrontar la muerte y preferir la muerte gloriosa antes que la
vida oscura. Los héroes homéricos son sensibles a la gloria. Sus gestas están
destinadas a preservar su fama en el futuro.
La narración subraya el sufrimiento de los héroes
frente a la existencia despreocupada y feliz de los dioses. Ya el prólogo de
la Ilíada anuncia la muerte de muchos
héroes. Patroclo, Sarpedón y Héctor, amados por Zeus, hallan la muerte; y
también es inminente la muerte de Aquiles, que eligió una vida breve y gloriosa
en lugar de una larga y oscura.
Una larga parte de la Ilíada está protagonizada por los sucesivos héroes que aspiran a
sustituir a Aquiles durante su ausencia de la batalla[xv]. Los
héroes tiene un carácter individual y siguen conductas distintas en
circunstancias semejantes. Por ejemplo, en los monólogos que pronuncian al
quedarse solos y rodeados de enemigos, Ulises, Agenor, Héctor y Menelao
calibran las posibilidades y adoptan una decisión personal[xvi].
Un fenómeno característico de la Ilíada es que la mayoría de las acciones
humanas tiene una doble motivación. Los héroes toman una decisión y, al mismo
tiempo, un dios infunde esa misma decisión al héroe. Como consecuencia, los
héroes tienen libre albedrío y son responsables moralmente, pero, al tiempo,
sus actos están determinados por la voluntad divina. Nunca hay conflicto entre
ambas decisiones. Esta combinación de responsabilidad moral y de determinismo puede
reflejar un pensamiento primitivo y popular o ser el resultado de una
concepción consciente, aunque implícita[xvii].
Los dioses son antropomorfos, pero están separados
de los hombres por una distancia incalculable. En ellos se mezclan lo sublime,
lo frívolo, el capricho, la amoralidad y ciertos aspectos siniestros e
irracionales. Es difícil deslindar lo tradicional y lo específico de la Ilíada. Pero Heródoto afirma que Hesíodo
y Homero elaboraron la teogonía de los griegos y atribuyeron a cada dios sus
atributos, sus apelativos y su ámbito de actuación. En la Odisea los dioses velan por los principios éticos de conducta y se
afirma que "las maldades no triunfan" (cf. I 32-43, VIII 329, XXII
372-4).
Los dioses aparecen a veces como dueños de su
futuro y a veces como sometidos al destino, que es una fuerza impersonal
superior a la que está sujeto el propio Zeus, que no puede librar a Sarpedón de
la muerte. En otros pasajes, como en particular en el duelo de Aquiles y
Héctor, Zeus (Ilíada XXII 167 ss.)
invita a los dioses a decidir a quién otorgar la victoria y finalmente saca la
balanza y pone en ella los destinos de ambos héroes. La de Héctor se inclina, y
entonces Apolo lo abandona. Esta aparente incoherencia en el pensamiento acerca
de la jerarquía otorgada a los dioses y al destino produce sensación de
realismo y refleja una concepción popular muy extendida también hoy.
El mundo heroico tiene características distintas
del mundo reflejado por los símiles. Por ejemplo, la dieta de los héroes y el
material del que están fabricados los objetos de los héroes son distintos de la
dieta y los materiales mencionados en los símiles. Los objetos de los dioses
son fabricados con metales preciosos.
La
superioridad de Aquiles como héroe
Héctor es inferior a Aquiles porque en un momento
dado olvida su destino. Aunque el troyano es consciente de su destino al
despedirse de Andrómaca, su sentido del honor le impulsa a regresar al combate.
Pero sus victorias posteriores le hacen perder la conciencia de que su éxito es
pasajero, pues desoye tres veces la advertencia de Polidamante. Desde el canto
VI hasta el XXII se aferra a las esperanzas de expulsar a los aqueos, matar a
Aquiles y hasta de obtener piedad de su implacable enemigo. Sólo cuando
resuelve enfrentarse a Aquiles, reconoce su error y recuerda que no ha hecho
caso de los consejos.
En cambio, Aquiles sabe que el destino de los
seres humanos es el sufrimiento y la muerte. Así lo expresa en diversos lugares
del poema. Este conocimiento de la condición no divina, caracterizada por la
vaciedad de la muerte y la distancia de los dioses, da grandeza a las gestas de
Aquiles, que en todo momento es consciente de que ha elegido una vida breve y
gloriosa antes que una larga y oscura, y de que su muerte es inminente.
Las cualidades heroicas de Aquiles en la Iliada contrastaban con las que otros
poemas épicos atribuían a Heracles, el héroe más importante de la mitología
griega, que participó en la toma de Troya y, en vez de morir, subió al Olimpo,
donde se casó con Hebe.
En la Ilíada
hay un interés por lo humano que emerge sobre el fondo de una sociedad bélica
primitiva. Esa preocupación por lo humano se manifiesta en el desapego por lo
grotesco, lo hiperbólico, lo brutal, lo mágico y lo maravilloso, en las
valoraciones morales implícitas y, sobre todo, en la compasión ante el
sufrimiento y la muerte, que unen a todos los hombres. Esa compasión ante el
sufrimiento y la muerte destaca en Ilíada
XXIV, cuando Aquiles recibe a Príamo en su tienda y se apiada del padre que ha
llegado a escondidas al campamento aqueo para solicitar el rescate del cadáver
de su hijo.
La Ilíada
da importancia a la elevación espiritual y a la humanidad de los héroes.
Héctor, Fénix y Patroclo, que juegan un papel limitado en otros poemas de la
leyenda troyana y que encarnan estos valores humanos, pueden haber sido
invenciones o desarrollos del poeta de la Ilíada.
Este interés por lo humano preludia la tragedia clásica y el afán
característico de la cultura griega antigua por la explicación racional.
Nombres
parlantes de héroes
Muchos nombres de persona, tanto aqueos como troyanos, son nombres
parlantes que describen la actividad o el carácter del personaje (por ejemplo,
en 5.59 s. se menciona a Tékton
Harmonides ‘Carpintero hijo de Ensamblador’, que
construyó para Paris las naves que fueron origen de las desgracias)[xviii]. El nombre de Aquiles, que es exclusivamente épico como buena parte de
los nombres de los héroes principales que aparecen en los poemas homéricos, es
también parlante y significa "que causa pena al pueblo" [xix].
La cólera
de Aquiles
La Ilíada versa sobre la cólera de Aquiles,
un sentimiento o, por utilizar el término tradicional, una pasión. Aristóteles, Retórica II 2-11 contiene un análisis de las pasiones, que comienza
por la descripción de la ira, definida del siguiente modo:
Admitamos
que la ira es un apetito penoso de venganza por causa de un desprecio
manifestado contra uno mismo o contra los que nos son próximos, sin que hubiera
razón para tal desprecio. Ahora bien, si esto es la ira, entonces es necesario
que el iracundo se encolerice contra un individuo concreto – por ejemplo,
contra Cleón, pero no contra el hombre en general - ; además, que sea por algo
que le han hecho o iban a hacerle a él mismo o a los suyos; y, además, que a
toda ira siga un cierto placer, nacido de la esperanza de vengarse.
Esta descripción se
corresponde con la definición que se encuentra, por ejemplo, en el Diccionario
de la Real Academia Española. Esto parece suponer que el sentimiento de la ira
era semejante en la antigua Grecia y en la actualidad. Pero esto no es así con
todos los sentimientos. Recordemos, por ejemplo, que el amor es ilustrado por
Platón en el Banquete mediante la
relación entre un varón adulto y un varón adolescente. Nosotros, en cambio,
ilustramos el sentimiento del amor con dos jóvenes como Romeo y Julieta.
Algunos psicólogos
sostienen que los sentimientos o que algunos sentimientos al menos son una
creación cultural. Es decir, aprendemos en nuestra cultura al menos algunos de
los sentimientos que tenemos. Si esto es así, podemos esperar que la ira en la
antigua Grecia es el mismo sentimiento de la ira según lo definimos en la
actualidad. En apariencia es así, porque la definición de Aristóteles en la Retórica es válida para lo que hoy
entendemos como ira. Pero la cólera de Aquiles quizá no es lo mismo que la ira
de los hombres. La 'cólera' de Aquiles se llama mênis, como la de los dioses, mientras que la palabra no se aplica
a los demás héroes, a quienes se aplica khólos,
orgé y otras. También el verbo correspondiente aplicado a Aquiles y a los
dioses es menío, mientras que los
verbos aplicados a otros héroes son diferentes.
Este hecho plantea
la cuestión de si el sentimiento, la emoción o la pasión que afecta a Aquiles y
que constituye el tema central de la Iliada
es lo que nosotros denominamos ira, o es algo distinto, que sólo sienten
los dioses y Aquiles, y que se denomina mênis.
Conclusión
En conclusión,
hemos visto que la cólera de Aquiles es el tema central de la Iliada y está narrada como símbolo de la
guerra de Troya. Hemos visto también que en la leyenda de la guerra de Troya
hay un núcleo histórico, pero no sabemos si la ira de Aquiles pertenece a ese
fondo histórico. Hemos visto también que los temas de la cólera del héroe, su
enfrentamiento con el jefe y la elección de una vida breve y gloriosa
constituían motivos tradicionales en la épica griega antigua. Hemos visto
también que la superioridad de Aquiles como héroe radica en que en todo momento
es consciente de su inminente muerte. Hemos expuesto la etimología probable del
nombre de Aquiles. Finalmente, nos hemos preguntado si la cólera de Aquiles es
el mismo sentimiento descrito por Aristóteles y definido por nuestros
diccionarios. Esto nos plantea la duda de si los héroes homéricos tenían sentimientos
desconocidos en nuestra cultura actual.
Bibliografía (véase también la citada en las notas)
traducciones
españolas de la Iliada: R. Bonifaz
Nuño (UNAM), E. Crespo (Biblioteca Clásica Gredos, Cículo de Lectores,
Biblioteca de Literatura Universal Espasa), A. García Calvo (Lucina), A. López
Eire (Cátedra), C. Rodríguez Alonso (Akal), L. Segalá y Estalella (Austral y
otras).
P. Carlier, Homero, Madrid, Akal, 2005
L. Gil (ed.), Introducción a Homero, Madrid, Guadarrama 1962 ( = Labor 1975)
J. Latacz, Troya y Homero, Madrid, Destino, 2002
B.
Powell, Homer, Oxford, Blackwell 2004
J. Signes Codoñer, Escritura y literatura en la Grecia arcaica,
Madrid, Akal, 2004
[i] Véase J. Griffin, Homer on
Life and Death, Oxford 1980.
[ii] Cf. J. Griffin, Journal of
Hellenic Studies 97, 1977, 39-53.
[iii] J. Latacz, Troia und Homer. Der Weg zurLösung eines
alten Rätsels, München-Berlin 2001, presenta las repercusiones de las
excavaciones realizadas en la colina de Hisarlik cerca del promontorio Sigeo
para la comprensión de los poemas homéricos. Informaciones sobre la biografía y
las obras de H. Schliemann se pueden encontrar en
http://www.schliemann-museum.de/
[iv] Fotos y reconstrucciones de Troya en internet:
http://www.uni-tuebingen.de/uni/afj/troia/
[v] En los últimos años un grupo internacional ha reemprendido la
excavación de la colina de Hisarlik. Véase un informe en M. Korfmann-D. Mannsperger, Troia. Ein historischer Überblick und
Rundgang, Stuttgart 1998, así como el libro colectivo que acompañó a la
exposición titulada Troia. Traum und Wirklichkeit. Hay información sobre las
excavaciones en la página web del Troia Project de la universidad de Tübingen:
http://www.uni-tuebingen.de/troia/eng/index.html
[vi] Fotos de Micenas y de los hallazgos en Micenas se pueden ver en
http://www.culture.gr/
[vii] Véase M. Ventris-J. Chadwick, Documents
in Mycenaean Greek, Cambridge2 1973. Para una introducción véase M. S. Ruipérez-J. L. Melena, Los griegos micénicos, Madrid 1990.
[viii] Sobre los elementos de la cultura material micénica y los objetos
descritos en los poemas homéricos, véase J. Bennet,
"Homer and the Bronze Age", en Morris-Powell (ed.), A New Companion to Homer, Leiden 1997, 511-534.
[ix] Véase J. Chadwick, The
Mycenaean World, Cambridge 1976 (trad. esp. en Alianza).
[x] La constatación la hizo M. P. Nilsson, The Mycenaean Origin of Greek Mythology, Berkeley 1972.
[xi] M. Parry,
The
Making of the Homeric Verse, ed. A. Parry, Oxford 1971, definió la fórmula de otro
modo, pero en la actualidad se usa la definición indicada en el texto. Véase
también F. Létoublon (ed.), Hommage à Milman Parry. Le style formulaire de l'épopée homérique et la
théorie de l'oralité poétique, Amsterdam 1997; F. Montanari (ed.), Omero.
Gli aedi, i poemi, gli interpreti, Firenze 1998.
[xii] Sobre las propiedades de las fórmulas, véase la colección de escritos
de M. Parry citada en la nota
precedente, G. P. Edwards, The Language of Hesiod in its Traditional
Context, Oxford 1971, y la "Introducción" de B. Hainsworth al vol. III de The Iliad:A Commentary, Cambridge 1993.
[xiii] El descubrimiento de que las fórmulas evolucionaron en la tradición
oral épica fue debido a A. Hoekstra, Homeric Modifications of Formulaic
Prototypes, Amsterdam 1965. Por su parte, J. B. Hainsworth, The
Flexibility of the Homeric Formula, Oxford 1968, describió las variaciones
que las fórmulas pueden sufrir. A. Hoekstra
describió evoluciones de la lengua épica que se documentan en los Himnos homéricos en The Sub-Epic
Stage of the Formulaic Tradition, Amsterdam 1969, y trató de reconstruir el
verso épico anterior a Homero en Epic
Verse before Homer, Amsterdam 1979.
[xiv] El primero que identificó las llamadas escenas típicas fue W. Arend en su libro Die typischen Szenen bei Homer, Berlín 1933, del que M. Parry hizo una reseña recogida en The
Making of the Homeric Verse, ed. A. Parry, Oxford, 1971. Un estudio
modélico es el de J. I. Armstrong,
"The Arming Motif in the Iliad",
AJPh 79, 1958, 337-354. Entre los
numerosos estudios sobre las escenas típicas, véase B. Fenik, Typical
Battle Scenes in the Iliad, Wiesbaden
1968; Studies in the Odyssey,
Wiesbaden 1974. S.
Lowenstam, The Scepter and the Spear: Studies on Forms of Repetition in the
Homeric Poems. Greek Studies: Interdisciplinary
Approaches, ed. G. Nagy, Lanham,
1993, estudia el significado de una escena típica frecuente en la Ilíada, la disputa entre un guerrero
valiente y agresivo y la persona que tiene autoridad (como Aquiles y Agamenón
en Ilíada I).
[xv] Sobre los mitos, véase L. Edmunds, Myth in Homer: A Handbook, Highland Park, 1993.
[xvi] Véase B. Fenik, Homer:
Tradition and Invention, Leiden 1978.
[xvii] A. Lesky,
"Göttliche und menschliche Motivation im homerischen Epos", Sitzungsberichte Ak. Heidelberg. Phil.-hist. Klasse 1961/4, estudió
la doble motivación de las acciones de los héroes homéricos. W. Kullmann, "Gods and Men in the Iliad and the Odyssey" HSCP 89,
1985, 1-23, llama la atención sobre las diferencias entre la Ilíada, en la que los héroes y los dioses actúan guiados por el capricho, y la Odisea, en la que los dioses y los hombres
siguen una línea de conducta determinada por razones éticas y morales.
[xviii] Cf. H. von Kamptz Homerische Personennamen. Sprachwissenschaftliche und historische
Klassification, Göttingen 1982: 25 ss.; Hainsworth ad 10.335.
[xix] G. Nagy,
The Best of Achaeans: Concepts of the
Hero in Archaic Greek Poetry, 1979, with new Introduction, Baltimore2 1999.
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